Seguro que lo ha experimentado. Salir de un parque verde y meterse en el centro de una gran urbe, el choque de calor es brutal. Ahora que España deja las temperaturas invernales para adentrarse en una subida generalizada de los termómetros, quizás le interese saber que esto que sucede en pocos metros de distancia se llama isla de calor urbana y se debe, básicamente, al calentamiento del asfalto y de los edificios de las grandes ciudades. "El calentamiento del suelo y de los edificios hacen que suban las temperaturas, aunque no hay un regla fija de cuánto sube, depende de la situación", señala José Antonio Maldonado, director de meteorología en Meteored.
Como ejemplo, un estudio de la NASA en el que se asegura que en los meses de verano la temperatura en Nueva York es de media cuatro grados más alta que en sus alrededores.
Lo cierto es que las filas de edificios, uno detrás de otro, no favorecen la circulación de la brisa. Tampoco lo hacen el asfalto o los tejados de las casas de color oscuro, que absorben más calor. "Los edificios al calentarse desprenden calor", explica Maldonado. "Si vas por una calle de una ciudad en donde ha estado dando el sol, la pared esa estará mucho más caliente que otra en la sombra. Los edificios aportan energía calorífica que hacen que las temperaturas sean más altas. Las paredes claras no aportan tanta energía como las oscuras. Y todos estos factores repercuten en las temperaturas”, apunta.
El centro de las ciudades suelen tener pocos árboles, lo que tampoco contribuye a refrescar el ambiente. La circulación de vehículos en las calles genera también calor, así como las computadoras, refrigeradoras o impresoras que hay dentro de los edificios. El fenómeno de la isla de calor aumenta con el tamaño de la ciudad y es directamente proporcional al tamaño de la mancha urbana, según algunos estudios.
Un proyecto llevado a cabo por la Universidad Politécnica de Madrid, MODIFICA: Modelo predictivo del comportamiento energético de edificios de viviendas bajo condiciones de isla de calor urbana, llegó a la conclusión de que el calor no era el mismo en toda la capital, sino que iba por barrios: en algunos podía llegar a haber hasta 8 grados más que en otro.
Los expertos aseguran que los efectos de la isla de calor urbana pueden contrarrestatse con buenas políticas de urbanismo: con más parques, más árboles o, por ejemplo, como hizo Los Ángeles, en California, pintando las calles de blanco.