ciudad ardiente - La Opinión de Murcia

2022-08-08 09:02:58 By : Mr. tong ye

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No va a ser fácil adaptarnos al intenso calor que ha llegado para quedarse. Sabemos que el cambio climático está provocando que haga más calor y que las olas de temperaturas extremas vayan a ser cada vez más más intensas y persistentes. Este verano de record lo estamos sintiendo sobre nuestras carnes.

La ciudad, el ecosistema donde la mayor parte de las personas vivimos, es el lugar más vulnerable a los efectos negativos de las altas temperaturas y en consecuencia el ámbito donde más urgente resulta pensar cómo podemos hacer para mitigar este sofocante problema. La ONU ha alertado de que el llamado ‘efecto de isla de calor’ en los entornos urbanos puede cifrar hasta en seis grados la diferencia de temperatura entre una ciudad y los entornos rurales de su mismo ámbito geográfico.

Por eso muchos arquitectos, planificadores urbanos y ciudades de todo el mundo están ya empezando a pensar en qué hacer para mitigar el problema. Se trata de apostar por una visión integral que tenga permanentemente en su foco el cambio climático a la hora de llevar a cabo cualquier proyecto urbano, desde los más pequeños, como la rehabilitación de una vivienda, a los más grandes, como la propia planificación urbanística de la ciudad.

De entre las medidas de adaptación, los expertos apuestan sobre todo por las medidas que sean estructurales, es decir aquellas que consigan realmente bajar la temperatura de los lugares habitados. Entre ellas están los tejados verdes, cubrir de vegetación las azoteas y terrazas de todos nuestros edificios en altura, revestir los tejados con tejas o tableros reflectantes o incluso pintar de blanco las cubiertas exteriores. También reducir el asfalto en las calles es una buena idea. Los pavimentos convencionales son verdaderos acumuladores de calor, y no es raro que el asfalto al sol del verano alcance los 65 grados. En Los Ángeles, una prueba de su Ayuntamiento mostró cómo unos tramos de calles pintados de blanco bajaban la temperatura de su entorno en cinco grados. La ciudad pavimentada es un horno y por eso hay que apostar por volver en donde se pueda al adoquín, a la arena y la tierra compactada, y también al uso de alberos en paseos y zonas verdes.

La vegetación y los espacios en sombra también deben ir ganando protagonismo en las ciudades. Las zonas verdes deben no solo ampliarse mucho sino además conectarse entre sí con corredores naturales que unan las zonas verdes del centro de la ciudad con los habitualmente más grandes parques periféricos. En España, la ciudad de Vitoria es pionera en esta política.

Entre el catálogo de otras medidas necesarias están recuperar los ríos urbanos, diseñar parques inundables, ampliar y mucho la presencia de puntos y fuentes de agua en la ciudad, entoldar las áreas comerciales centrales de cada zona (no solo de los centros urbanos sino también de los centros de los barrios periféricos), o diseñar los nuevos barrios de forma que la morfología urbana facilite la circulación del aire.

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