Ruta de senderismo por los cañones de la Jaramilla y el Jarama en Guadalajara - Desnivel.com

2022-09-17 04:00:44 By : Ms. Anna Li

Vamos a comenzar esta larga excursión en Roblelacasa, pedanía de Campillo de Ranas, bellísimo exponente de la arquitectura negra, recorriendo el profundo y estrecho cañón del río Jaramilla que hace de frontera entre comunidades.

Aunque El Cardoso de la Sierra se encuentra dentro de la provincia de Guadalajara, el acceso más directo es desde la vecina provincia de Madrid, ya que el profundo y estrecho cañón del río Jaramilla lo separa de sus vecinos arriacenses. Hasta que a finales del siglo XX se construyó un puente y una sinuosa carretera –conocida como La Muralla China–, la única forma de comunicar con los pueblos al otro lado del cañón era por el camino que hoy lleva la matrícula de pequeño recorrido número cuatro.

El Cardoso de la Sierra está incluido en la ruta de los pueblos de la arquitectura negra de Guadalajara, aunque el uso de tejas árabes perturba, en alguna medida, la coherencia del conjunto urbano. En su término municipal nacen los ríos Jaramilla y Jarama.

El crónico aislamiento de estas tierras y el escaso impacto humano, han hecho posible que hoy se mantenga aquí uno de los más extensos y mejores rebollares del sistema Central. Además, las especiales condiciones de humedad y orientación de sus cumbres han hecho posible  la supervivencia de un hayedo que figura entre los más meridionales de Europa.

Vamos a comenzar esta larga excursión -para la que necesitaremos dos automóviles o dos días recorriéndola de vuelta- en Roblelacasa, pedanía de Campillo de Ranas, bellísimo exponente de la arquitectura negra.

Al final de la carretera, antes de entrar en la aldea, se encuentra el panel de inicio de ruta que ayudará al caminante a desentrañar las claves de una dura y gratificante jornada senderista.

Comenzamos a andar por la pista que discurre cerca del depósito de agua y que a unos 600 metros desemboca en la carretera «nueva» que conecta con El Cardoso.

Hay que caminar unos pocos metros por ella hasta encontrar un poste con direcciones. De súbito, el camino se estrecha, obligando a caminar en fila india. De frente aparece el barranco del Jaramilla, una enorme cicatriz provocada por los plegamientos de la última orogenia alpina y por millones de años de erosión fluvial.

Antes de descender al abismo, hay que tomarse un tiempo para disfrutar de este entorno único en el que el oscuro color de los roquedos configuran un paisaje sobrecogedor digno de El Señor de los Anillos. El largo descenso nos deja a la orilla de Jaramilla que se salva por un viejo y bien conservado puente de madera.

Al otro lado nos aguarda un empinado camino que atraviesa uno de los escasos encinares que se encuentran por estas tierras. La subida es dura, pues salva en poco trecho un desnivel de 250 metros hasta llegar a Corralejo, una diminuta aldea dedicada en exclusiva a la explotación ganadera.

En ella no encontraremos más que una pequeña taberna y alguna vivienda dispersa rodeada de corrales. Justo a la entrada a Corralejo, la senda obliga a pisar nuevamente el asfalto, aunque en esta ocasión es solo para alcanzar la pista que rodea el Cerro de Corralejo por el sur con la vista puesta en el próximo hito del camino: Colmenar de la Sierra.

En el rodeo del Cerro de Corralejo, se cruza uno de los escasos canchales que aparecen por estas montañas (Pedriza Matacuras). La enorme montonera de piedras que se desparraman ladera abajo se atraviesa cómodamente gracias a la senda abierta por el paso de viandantes desde tiempos inmemoriales.

La senda recorta hacia el norte pero antes es necesario detenerse a observar el agreste barranco del Jarama que se extiende de oeste a este. Los roquedos conforman un hábitat de excepcional importancia para las aves rupícolas. La zona cuenta con poblaciones estables de águila real, buitre, halcón y búho real que se ven amenazadas por la disminución continua de las poblaciones de conejo y de la cabaña ganadera.

Colmenar de la Sierra es una pequeña pedanía perteneciente a El Cardoso de la Sierra. Tiene muy pocos habitantes, dedicados en su mayoría a la apicultura, horticultura y ganadería. Cuesta creer que a principios del siglo XX, Colmenar tuviera una población de 600 personas con una economía boyante.

Tampoco aquí se encuentra posada, así que hay que seguir la jornada atravesando las grandes praderas que se extienden hacia el oeste. Al sur, los picos San Cristóbal y Cabeza del Viejo se recortan a contraluz.

Los amplios pastizales dan paso al jaral y el brezal que, paulatinamente, van estrechando el camino. De frente se divisa la pista que conecta la carretera de El Cardoso con el puente de Montes Claros, que atraviesa el curso del Jarama cuando éste todavía se muestra bravo.

Antes de alcanzar la pista, hay que bajar una corta cuesta y cruzar el arroyo de los Cercalos por unos bloques que rara vez quedan cubiertos por el agua. Visto y no visto, se entra y se sale de la pista para adentrarse en el denso pinar de Montes Claros.

La traza se vuelve a abrir permitiendo una marcha más cómoda. Un poste direccional aparece en el encuentro con la carretera de El Cardoso que, rápidamente, se abandona para volver a entrar al bosque de Montes Claros hasta alcanzar las instalaciones del retén forestal.

El área del retén forestal se abandona justo por el carril que arranca en el propio cruce de carreteras. Un poste direccional dirige al senderista hacia un frondoso bosque de pino silvestre que después de trescientos metros se aclara, y tras rodear un pequeño vallado de alambre, le deposita nuevamente en la carretera de El Cardoso que hará la función de guía a lo largo de 200 metros.

Nuevamente, la traza se estrecha y la vegetación se espesa. Bajo los pies se nota el empedrado del viejo camino abandonado en el siglo pasado. Varios muretes de mampostería reafirman el sendero.

Menos de cinco kilómetros nos separan del destino. El camino baja al río Berbellido, receptor de las aguas del Pico del Lobo y de todo el cordal de la Pinilla, lo cruza por un puente y continúa zigzagueando hasta alcanzar el lomo de la colina.

Penetramos en uno de los rebollares más sanos y hermosos del centro de España que da paso al área recreativa de El Molino. El poste marca la senda que se dirige hacia la vecina provincia de Madrid. Antes de seguir, es muy recomendable realizar una visita al restaurado molino de La Hiruela enclavado en un hermosísimo paraje.

El paso por la provincia de Madrid es breve y tras escasos 800 metros se cruza nuevamente el Jarama para abordar el último kilómetro del camino que se comparte con el sendero de gran recorrido GR-88.

La entrada a El Cardoso de la Sierra se realiza por terreno amable y despejado, suavemente empinado. En la plaza del pueblo un panel de inicio-final de ruta recibe al caminante y pone colofón a una espectacular jornada senderista.

Si llegamos con tiempo –y está abierto– merece la pena entrar en el Centro de Visitantes del Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara. La instalación contiene maquetas, fotografías y mucha información de los valores naturales del parque.

Y después, un tentempié en el Centro Social, que tiene una cómoda terraza donde relajarse con la mirada puesta en el Santuy, la montaña que cubre el horizonte por el norte.

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