10 cosas que tienes que hacer si haces la Ruta 66 | Skyscanner Espana

2022-05-29 02:42:19 By : Ms. Myra Gu

Noticias 10 cosas que tienes que hacer si haces la Ruta 66

Cruzar Estados Unidos a través de la mítica Ruta 66 es un sueño. Descubre lo que deberías hacer sí o sí, si te lanzas a la aventura.

Con una longitud de 3.945 kilómetros, la Ruta 66 atraviesa 8 estados de Estados Unidos desde el punto de salida en Chicago hasta finalizar en Los Ángeles: Illinois, Misuri, Kansas, Oklahoma, Texas, Nuevo México, Arizona y California. Es un viajazo de esos con los que todos soñamos.

Aunque las autopistas la dejaron algo obsoleta y entró en declive se ha convertido en todo un icono de Estados Unidos y la manera perfecta de ir del verde de Illinois a las playas de Los Ángeles cruzando el desierto y algunos de los lugares más auténticos del país. ¿Todo a punto? Pues prepárate y toma buena nota.

Las vigas de acero y madera recubren las calles del centro de Chicago. Esta ciudad está construida por capas: en el cielo, el viento y los rascacielos; a media altura, los raíles del metro; a pie de calle los músicos que tocan jazz y bajo tierra, una red de carreteras que permiten recorrer la ciudad en coche sin salir a la superficie. Y también bajo tierra, las tabernas. Una de las más antiguas es Billy Goat Tavern, la favorita de los periodistas.

Hay muchísimos. Los americanos guardan sus coches de mediados del siglo XX con mucho cariño. Pero a veces no los conservan y por eso es muy corriente encontrar desguaces donde se amontonan los viejos Dodge, Chevrolet y Plymouth.

Streetart en mayúsculas. Los americanos prácticamente han pintado un mural en cada pueblo, para resaltar las virtudes de su región y de su patria. El petróleo, el ferrocarril, las banderas son iconos comunes dibujados sobre las tejas rojas. Y son enormes. Buscadlos y escoged el que más os guste.

Es la ciudad de los indios, los nativos de piel roja. Y un 4 de julio en el estado de la América auténtica es un festín de contrastes. Hay música en directo, hay hot dogs, hay cerveza, hay fuegos artificiales. Y mucho respeto.

Los prados son infinitos en Texas. Verdes y llenos de ganado. Un día de sol y un poco de brisa, buscad un rato para sentarse encima de una valla blanca de un rancho. Y después, id a comer un buen “steak” donde los sirven a peso. Pero recordad de pronunciar ‘esteic’ i no ‘estic’, si no queréis que os traigan un palo.

Suelo de azulejos blancos y negros, sofás de cuero rojo, carteles de luces de neón, el ventilador del techo encendido, vasos de Coca-Cola enormes y una buena hamburguesa con patatas en Tally’s Café, en Tulsa, al pie de la vieja 66. ¡This is America!

Hay muchísimos entre Misuri, Illinois, Kansas, Oklahoma y Texas. Pueblos que murieron cuando construyeron las autopistas que dejaron sin uso la carretera 66. Pueblos que son únicamente una “main street” con cafés, tiendas y peluquerías cerradas. Donde pasa un coche lentamente de vez en cuando que no hace caso ni a las indicaciones del semáforo que cuelga y se balancea entre dos calles. En algunos pueblos suena música country por los altavoces de las calles.

Existen y dejan ir un largo silbido al pasar. Antes, la construcción de una línea férrea era sinónimo de prosperidad y riqueza para los pueblecitos americanos. Normal en un país de amplias distancias. Por eso los trenes no tienen reparos en tener decenas de convoyes ¡e incluso doble piso! Si tenéis la mala pata de cruzaros con uno, armaos de paciencia en los pasos: ¡Tenéis espera para un buen rato!

Entre Oklahoma y Texas las carreteras son infinitas. Hay kilómetros y kilómetros de asfalto con espejismos por el calor. Si te paras en la cuneta, seguro que algún que otro americano se para para preguntarte si necesitas ayuda o te ha pasado algo con el coche. Es normal, no hay nada ni nadie a mucha distancia. Y no dudes en buscar los tramos de la vieja ruta 66, que mantienen el asfalto original de los años 20.

No se puede terminar la ruta 66 sin que en algún de los tramos te haya detenido la marcha un coche de policía. Es realmente como en las películas, suena la sirena, encienden las luces y se amorran al trasero de tu vehículo hasta que te paras. Te piden los papeles, te llevan a su coche, piden refuerzos y no dejan que los acompañantes se salgan del vehículo. Al final, a pagar una multa de 75 dólares o 10 días de trabajo para la comunidad. Si se dispone de tiempo, no es descartable vivir esta segunda opción como experiencia. O mejor no.

Este artículo es de Norma Levrero, una periodista apasionada por los viajes que se escapa a la primera de turno. Ya se ha comido parte del mundo, pero está dispuesta a seguir con lo que le falta. No le pierdas la pista a su Twitter o su Instagram.

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